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miércoles, 30 de marzo de 2011

Comentario libro "Pon el cielo a trabajar"

Lo más importante del libro…”Pon el cielo a trabajar”
Muchos maestros espirituales nos enseñan que la vida es un don que debe ser vivido en alegre sincronización con nuestro origen divino. Sólo pocos años atrás llegué a entender que para conseguir esa sincronización debía poseer, aceptar y emplear esa parte divina de mi ser. De lo contrario, mi esencia y mi propósito en esta vida no se expresarían com­pletamente.
¿Contratar a mi propia divinidad? Exactamente, ¿qué significa esto? Advertí que para mí la respuesta residía en crear mi propia realidad, una idea muy popular en estos días pero que sólo empecé a considerar con seriedad cuando comprendí el concepto de contratación que se describe en este libro. En última instancia, supuso un cambio de per­cepción que modificó mi punto de vista sobre todas las cosas.
Todo comenzó cuando, por fin, entendí que no me encontraba sola, que los ayudantes espirituales estaban a la espera, dispuestos a participar en la expresión creativa de mi divinidad. Sintiéndome una con el Espíritu, advertí que era la dueña de mi universo y la diseñadora de mi mundo. Fue un mensaje de libertad y poder.
¿Y si todo esto pudiera ser distinto? Vamos a analizar un cambio de percepción que propiciará tu conexión con la fuerza creativa del Cielo de un modo tan real que casi podrás estirarte y alcanzarla; una percepción que tornará las conocidas (aunque abstractas) expresiones del tipo: «Dios está dentro de ti» o «Pide y recibirás» en algo inmediato y real.
De repente, el poder expansivo del Universo, con el cual parecía imposible poder relacionarse, se encontrará precisamente en la palma de tu mano. Dios -y todo el Cielo- se convertirá en tu aliado y confidente, se sentará junto a ti y apoyará cada uno de tus propósitos.

En estas páginas descubrirás una forma nueva y revitalizada de observar la espiritualidad que, de ahora en ade­lante, te traerá a Dios con gentileza a la Tierra cada vez que lo necesites.

Somos extensiones de la energía creativa del Universo, cuyos vastos recursos están siempre a nuestra disposición. La misma fuerza creativa que existe desde el inicio de los tiempos es nuestra naturaleza esencial. A través de cada uno de nosotros fluye una energía dinámica que nos pertenece y que podemos utilizar delibe­radamente para crear la vida que deseamos. Su potencial es ilimitado, infinito y nos pertenece a todos.
Cuando nos consideramos creadores autorizados por lo divino, sucede algo sorprendente. La transformación es ine­quívoca y vivimos la vida desde una posición ventajosa. Reconocemos nuestra autoridad para convocar los infinitos recursos del Cielo y su entusiasta asistencia, que está a nuestra disposición para todo lo que emprendemos.
Descu­brimos que gracias a nuestra conexión con este increíble poder, es posible organizar y simplificar todas las tareas con­cebibles y resolver todos los problemas imaginables. Esta nueva conciencia nos permite modelar nuestra vida con determinación, fomentando el goce y la realización de una forma tan sencilla que casi parece un milagro. A partir de ahora, nuestra vida puede ser la alegre y deliberada expre­sión del origen de toda creación y de todas las posibilidades. Finalmente, el Cielo se puede traer a la Tierra.
Contratar ayudantes del Reino Espiritual es práctica­mente lo mismo.
·       Vuelve a conectarte con el niño que hay en ti e imagina la aventura más fantástica que puedas con­cebir.
·       Experimenta tu vida cotidiana creando un mundo secreto, dentro de tu propio mundo, que te ofrezca ayuda a cada paso. Desabróchate el cinturón de las restricciones y olvídate de cualquier idea de limitación. Abre las Páginas Amarillas Universales y disfruta mientras dejas que tu men­te se abra, descubriendo la forma de acceder a cualquier energía que desees invocar sin ningún tipo de condiciones.
·       Si crees que la visualización es una técnica efectiva, puedes visualizarte entregando a tus asistentes celestiales una des­cripción completa de sus tareas. O quizás te resulte más natural hacer una simple petición verbal, como por ejem­plo: «En esta situación debería recurrir a un experto». ¡No importa el método que utilices!
·  El único requisito es tu intención. Limítate a intentarlo y la ayuda te llegará. Recuerda que puedes contar con ella para cualquier aspec­to de tu vida, desde el más mundano hasta el más profundo.
Eres un creador y el Cielo apartará las aguas del mar y desplegará la alfombra roja ante ti para brindarte todo su apoyo. Aventúrate a pedir lo impo­sible, lo irreal, lo más extravagante; atrévete a ampliar tus horizontes hacia el Cielo, donde todo es posible.
¡De hecho, así es! El mundo entero gira alrededor de cada uno de nosotros. Si en cada momento estamos creando nuestro propio mundo, ¿por qué no concebirlo tal como lo deseamos? Cuando tomamos conciencia de esta realidad comprendemos que, lejos de ser egoístas o presuntuosos, estamos llevando a cabo gozosamente la misión que nos ha encomendado Dios. ¿Acaso sería más virtuoso crear algo que nos hiciera infelices? Puedes estar seguro de que el Universo se complace en organizar cada pequeño detalle por el mero propósito de conseguir que tu rostro se ilumine con una sonrisa, que tus ojos brillen y que te animes a dar un pequeño brinco mientras avanzas.
El antiguo paradigma
En el antiguo paradigma, que muchos de nosotros conocemos desde niños, Dios está arriba -con todo el poder- mientras que el Ser está abajo. Cualquier intento de comunicación se dirige generalmente hacia lo alto, cuando el Ser solicita algo a Dios. Por ejemplo, algunas oraciones típicas son: «Dios, te ruego que cures a mi hijo», «Dios, ayú­dame con mis exámenes finales», o «Dios, por favor bendi­ce a la tía Sue».
El nuevo Paradigma:
Me devané los sesos intentando descubrir qué era lo que faltaba. ¿Qué otra cosa podía hacer? Entonces, en un momento de inspiración, fui guiada a coger mi lápiz y colo­car a Dios dentro del círculo con el resto del equipo.

Llena de dudas, pregunté a mi guía espiritual: «¿Es esto lo que intentas decirme?». Finalmente la respuesta fue: «Así es».
Incrédula, apoyé la espalda en el respaldo de mi asien­to mientras experimentaba una gran inquietud.
¿Quién era yo para pensar que todo el Reino Espiritual, incluido Dios, existía para ofrecerme su apoyo? ¿Cómo me podía conside­rar tan importante? ¡De acuerdo con la estricta educación que había recibido, esto era una blasfemia! Estuve largo rato cavilando sobre el esquema que tenía ante mí. «¿Qué es lo que en verdad quiere decir?», pregunté. Mi mente comenzó a buscar frenéticamente una analogía familiar en el plano terrenal que pudiera explicar esta imagen que tanto me había conmocionado.
Con frecuencia, sucede también que nos abstenemos de pedir ayuda porque pensamos que nuestras aspiraciones son insignificantes.
Nos resulta incómodo pedir al Universo que se tome el trabajo de organizar las circunstancias a la medi­da de nuestros deseos.
Imagina, por ejemplo, que pides a los Poderes Superiores que dispongan un clima agradable para un día especial, o que despejen el tráfico para llegar a tiem­po a una cita. ¿Acaso no suena un poco egoísta? ¿Real­mente pensamos que el mundo gira en torno a nosotros?
¡De hecho, así es! El mundo entero gira alrededor de cada uno de nosotros. Si en cada momento estamos creando nuestro propio mundo, ¿por qué no concebirlo tal como lo deseamos? Cuando tomamos conciencia de esta realidad comprendemos que, lejos de ser egoístas o presuntuosos, estamos llevando a cabo gozosamente la misión que nos ha encomendado Dios. ¿Acaso sería más virtuoso crear algo que nos hiciera infelices? Puedes estar seguro de que el Universo se complace en organizar cada pequeño detalle por el mero propósito de conseguir que tu rostro se ilumine con una sonrisa, que tus ojos brillen y que te animes a dar un pequeño brinco mientras avanzas.
El nuevo paradigma representa a un Dios que desea que sus hijos lleven a cabo su misión en este planeta con plena libertad y valentía. Como padre, El aspira a que nos hagamos mayores debidamente preparados para tomar nuestras propias decisiones y vivir nuestra propia vida. Desea que brillemos a la luz de nuestro poder y divinidad, sabiendo que tenemos acceso a la ayuda y a la guía divinas todo el tiempo.
He llegado a la conclusión de que la úni­ca blasfemia reside en rechazar este poder.
Un ejemplo: Patty estaba saliendo con un contable, aunque no creía que pudiera llegar a ser su compañero de vida. Había enviu­dado algunos años atrás y había criado sola a sus dos hijos. Ahora quería una relación originada en el Cielo y no se conformaba con ninguna otra cosa.
Hacía ya mucho tiempo que Patty creía que los ángeles la ayudaban en todos los aspectos de su vida, de modo que invocó a los que ella denominaba los Ángeles Románticos y al Creador del Amor. Les pidió que enviaran a su casa a alguien que tuviera el «mismo corazón» que ella y que le hicieran saber que se trataba del hombre indicado, hacien­do coincidir dos fechas significativas de la vida de esa perso­na con dos fechas importantes de su propia vida. Lo primero que hizo fue dejar de salir con el contable. Empezaba la pri­mavera y decidió hacer una limpieza general de la casa, tal como era su costumbre en cada cambio de estación. Ordenó sus armarios para dejar espacio a las pertenencias de su pró­ximo compañero e incluso adquirió un hermoso marco para poner una foto de ambos en el futuro. Y, a continuación, hizo algo un poco alocado: compró unas lujosas sábanas de satén rojo para su cama y un oso de peluche del mismo color. Todo esto le llevó casi un mes.
Cuando prácticamente terminó de arreglar su casa, su vecino concertó una entrevista con un contratista que no era del mismo estado, para que tasara la casa de Patty. Así fue como Mike -que también era viudo- llamó a su puerta. Patty lo miró a los ojos y percibió la belleza de su alma. Fue amor a primera vista. En la cita inicial descubrieron que el hijo de Mike había nacido el día del cumpleaños de Patty, y que su propio hijo había nacido el día del cumpleaños de la difunta esposa de Mike. ¡Eran los dos hechos coincidentes que ella había pedido! Cinco días más tarde se confesaron su mutuo amor y desde entonces son una pareja insepara­ble. Como es evidente, su relación nació en el Cielo.
Uno es el creador de su vida, uno es quién decide como va a ser su mundo...


Lic Claudia M.Pennisi
www.autoterapia.neositios.com

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