El Tercer Modo. Pamela canaliza a Jeshua
Traducido
del inglés por Sandra Gusella
Queridos
amigos:
Soy
Jeshua. Estoy aquí con ustedes. A través de las barreras del tiempo y del
espacio me pongo a vuestro lado; siéntanme en su corazón. Yo estoy muy
familiarizado con ser un ser humano – los altos y los bajos. He explorado toda
el área de los sentimientos humanos, y dentro de ese mundo de extremos
finalmente hallé una salida; un pasaje a un modo diferente de ver las cosas,
con lo cual toda la experiencia de ser un ser humano se presenta bajo una luz
diferente – un modo que crea tranquilidad y paz en su corazón.
Es
sobre esta salida, este pasaje, que quiero hablarles hoy. Muchos de ustedes se
hallan en un dilema; una lucha que tienen con ustedes mismos. Hay una idea viva
en su mente de que deberían ser mejores, otro diferente del que son ahora; de
que deberían ser más altamente desarrollados, más santos, más capaces de seguir
ciertas reglas, un ideal superior que tienen para ustedes mismos – pero ésta es
una idea falsa. Todo este trabajar en ustedes mismos está basado en la idea de
que no son buenos como son; de que hay algo más; de que tienen el poder de
cambiar; de que tienen control sobre el hecho de ser humanos. Ésta es una idea
vieja, y una que experimentaron plenamente en una era muy vieja.
Esta
idea existió, en parte, en la Atlántida,
donde desarrollaron el tercer ojo y donde lo experimentaron como el centro de
la observación en su cabeza. Desde ese tercer ojo pudieron percibir y también
desde ahí quisieron intervenir, moldear la vida según sus deseos. Hubo una
cierta tendencia en ustedes hacia la dominación, pero esta tendencia también
estuvo inspirada por su concepto de la
verdad. Tenían la idea de que actuaban en base a principios elevados, de
modo que lo que hacían era “bueno” – y siempre es así. El poder siempre
está velado por ideas que se piensan que son buenas. Entonces toda
una ideología se construye alrededor de esta idea generando una visión del
mundo que aparece como esforzándose por lo que es bueno, mientras que en
esencia ustedes están tratando de controlar la vida – tanto en ustedes mismos como
en los demás.
El poder corrompe – los
aliena del flujo natural de la vida que está presente en cada ser humano. El
poder les da un concepto de maleabilidad que, de hecho, está basado en la
ilusión. La vida, como ustedes la conocen, no es flexible en
ese sentido, y no está determinada por la razón, o por el deseo, o por el
tercer ojo. La vida no se ajusta a una visión del mundo o a un sistema, y no
puede ser organizada en base a los procesos mentales.
Por un
largo tiempo ustedes entraron en una batalla con su humanidad – la condición
humana. Muchos caminos espirituales están basados en la idea de que deben
trabajar sobre ustedes mismos, de que tienen que elevarse, y de que tienen que
imponer en ustedes un camino planeado de acción que los conducirá a una situación
ideal. Pero esta idea crea mucha lucha interna. Si comienzan con la idea de un ideal requerido, imponen
patrones sobre ustedes mismos que saben muy bien dentro de ustedes que no
logran o no pueden encontrar – entonces fallan desde un principio.
Sientan,
ahora, la energía de esta forma de pensar: lo que se están haciendo a ustedes
mismos, qué energía viene de la necesidad de imponer, de la búsqueda de
mejorarse, y del deseo de organizar la vida, sus emociones y sus pensamientos.
Sientan la energía de querer controlar las cosas. ¿Es ésa una energía amorosa? A menudo, esa energía se presenta como amor,
como lo bueno y lo verdadero, pero el poder siempre se esconde de esta manera
de modo que sea más fácil para las personas aceptarlo.
El
poder no muestra su cara abiertamente; el poder seduce a través del
pensamiento. Es por eso que es mejor no pensar sobre eso sino sentir lo
que el deseo de controlar la vida les está haciendo.
Obsérvense
en su vida diaria, en el presente, en su vida ahora. ¿Cuán a menudo ustedes aún
luchan con ustedes mismos, condenan lo que surge en ustedes, lo que
naturalmente brota en ustedes y quiere fluir?
En
este estado de juzgamiento se sienta una energía de crítica, una frialdad:
“esto no debería ser así, está mal, es necesario que se vaya”. Sientan esta
energía - ¿los ayuda?
Ahora
quiero llevarlos a un modo diferente de
verse a ustedes mismos; un lugar donde el cambio puede ocurrir,
pero sin luchar, sin su abordaje de mano dura. Para que quede claro, déjenme
darles un ejemplo.
Imaginen
que sucede algo en su vida que trae a ustedes un sentimiento de ira o de
irritación – pónganle el nombre que quieran. Ahora, ustedes pueden reaccionar a
esa ira de diferentes formas.
Si no
están acostumbrados a reflexionar sobre sus emociones, y sus reacciones son muy
primarias, entonces ahí no hay nada más que ira – están enfadados, punto. Están
envueltos en eso y se identifican con la ira.
A
menudo, luego sucede que ustedes ponen la causa de su ira fuera de ustedes –
proyectan la culpa sobre algún otro. Alguien hizo algo equivocado y es por su
culpa que ustedes se sienten enfadados. Ésta es la reacción más primaria –
están identificados con su ira, ustedes están enojados.
Otra
posibilidad es lo que yo llamo el
segundo modo de reaccionar.
Ustedes
están enojados e inmediatamente hay una voz en su cabeza que dice: “esto no
debería suceder, esto está mal, no es bueno que me irrite, debo suprimir esto.”
Podría ser que se les haya enseñado a suprimir su ira a través de la enseñanza
religiosa o por una perspectiva social. Por ejemplo: es mejor, más lindo, más
moralmente justo, no mostrar su ira a los demás. Ciertamente se aplica a las
mujeres que no es apropiado expresar abiertamente su enojo – que no es
femenino.
Les
han hablado de todo tipo de ideas que han hecho que ustedes juzguen su ira.
¿Entonces qué sucede? Hay ira en ustedes e inmediatamente surge una opinión
sobre eso: “esto no está permitido, está mal.” Luego su ira se vuelve su lado
ensombrecido porque, literalmente, no puede salir a la luz – no debería verse.
¿Qué le
sucede a la ira si es suprimida de este modo?
No
desaparece, se pone detrás de su espalda para afectarlos de otras maneras;
puede hacer que sean miedosos y ansiosos.
Ustedes
no pueden utilizar el poder que reside en la ira porque no se permiten
utilizarlo. Pueden mostrar su lado dulce, lindo, útil, pero no ese lado
apasionado, iracundo – su lado rebelde. Entonces la ira se encierra y ustedes
piensan que son diferentes de los demás porque tienen esos sentimientos, luego
podrían incluso comenzar a distanciarse de los demás.
En
cualquier caso, esto crea un conflicto
amargo dentro de ustedes y aparentemente entre dos seres, un ser de Luz y
un ser Oscuro. Mientras tanto ustedes están atrapados en este juego doloroso, y
duele por dentro porque no pueden expresarse. Es este juzgamiento que los limita.
¿Realmente
se vuelven una mejor persona a causa de esta reacción? ¿Suprimir sus propias
emociones los va a conducir al ideal de un ser humano amoroso, pacífico? Si les
describo todo esto, pueden ver muy claramente que este tipo de reacción no
funciona – no conduce a una paz real, a un equilibrio interno real. Aún así
ustedes se hacen esto.
Muy a
menudo ustedes silencian sus emociones, porque no son buenas de acuerdo a las
costumbres que sostienen y ustedes no reflexionan sobre estas costumbres – de
dónde vienen, o por quién o por qué han sido alimentadas en ustedes.
Entonces
esto es lo que yo les recomiendo hacer: no pensar sobre eso, sino sentirlo. Sientan la energía que
reside en las críticas que disparan sobre ustedes, con sus imágenes de lo que
es ideal y de lo que “deberían hacer”, lo cual a veces viene de motivos al
parecer muy elevados – déjenlo
ser.
Ustedes
no se vuelven iluminados al reprimir sus emociones y al suprimirlas
sistemáticamente.
Hay un tercer modo – un tercer modo de experimentar
sus propias emociones humanas.
·
El primer modo fue identificarse totalmente con su
ira, como en el ejemplo anterior.
·
El segundo modo fue desplazarlo, suprimirlo y
condenarlo.
·
El tercer modo es permitirlo – dejarlo ser y trascenderlo.
Esto es lo que hace la conciencia. La conciencia de la que yo hablo no juzga – es
un estado del ser. Es un modo de observación que al mismo tiempo es
creativo.
Ahora,
muchas tradiciones espirituales les han dicho: sean conscientes de ustedes
mismos, eso es suficiente. Pero luego ustedes se preguntan: ¿cómo puede ser
eso? ¿Cómo puede la mera conciencia de
mí mismo producir un cambio en el flujo de mis emociones? Tienen que
comprender que la conciencia es algo muy poderoso. Es mucho más que un registro
pasivo de una emoción – la
conciencia es una intensa fuerza creativa.
Ahora
imaginen nuevamente que algo en el mundo externo evoca en ustedes una emoción
poderosa – por ejemplo, ira. Cuando
ustedes tratan con eso conscientemente, lo observan plenamente en
ustedes mismos. No hacen nada con respecto a eso, mientras que al mismo
tiempo se mantienen observando y viendo. Ya no se identifican con la ira, no se
pierden en ella, simplemente permiten que la ira sea lo que es.
Éste es un estado de
desprendimiento, pero un desprendimiento que toma gran fuerza,
porque todo lo que han aprendido los seduce a ser arrastrados dentro de sus
estados de ánimo, dentro de la emoción de ira o miedo. Y para
hacerlo más complicado, ustedes también se ven inmersos en la crítica acerca de
esa ira o miedo. Entonces están siendo arrastrados en dos sentidos y alejados
de la conciencia, la salida
de la que les hablé al comienzo: la salida es el camino hacia la paz interior.
Sus
formas usuales de tratar con las emociones los alejan de ese punto central, por
así decirlo, fuera de esa conciencia, y sin embargo ésta es la única manera de
salir. Sólo observando silenciosamente
el alcance total de la emoción, ustedes no se vuelven inconscientes, permanecen
totalmente presentes.
No se
permiten ser arrastrados – ni por la emoción, ni por la crítica sobre la
emoción. Ustedes miran esto con plena conciencia y con un sentimiento de
ternura: “así es como es en mí”.
“Veo
ira surgiendo en mí; siento que atraviesa mi cuerpo”. “Mi estómago reacciona, o
mi corazón; mis pensamientos se aceleran para justificar las razones de mi
emoción”. “Mis pensamientos me dicen que yo tengo razón y no la otra persona.”
Ustedes pueden ver que todo esto sucede a medida que se observan, pero no lo acompañan.
No se arrastran dentro de eso; no van debajo. Eso es conciencia – esto
es claridad de mente. Y de este modo ustedes llevan a descansar a sus
demonios en su vida: el miedo, la ira, la desconfianza.
Les dan fuerza cuando se
identifican con ellos, o si luchan contra ellos juzgándolos – de cualquier
manera los nutren. El único modo de trascenderlos es elevándose sobre ellos,
por decirlo así, con su conciencia – no luchar contra ellos, sino simplemente
dejarlos ser.
¿Qué
les sucede luego? La conciencia no es algo estático; las cosas no permanecen
como son. Ustedes notarán que si no alimentan la energía de la emoción o su
crítica sobre eso, ellos gradualmente desaparecerán.
En
otras palabras, su equilibrio se fortalece; sus sentimientos básicos pasan a
ser más de paz y alegría. Porque si ya
no hay una batalla en su corazón y en su alma, la alegría sube burbujeando
hacia arriba. Ven a la vida con una mirada más apacible. Ven el movimiento
de las emociones en su cuerpo y lo observan. También observan los pensamientos
que comienzan a acelerarse a través de su cabeza, con una mirada que es suave y
mansa.
Sepan
que la habilidad de observar, y no ser tragados, es algo muy fuerte y poderoso.
De esto se trata todo: ¡esto es el éxito!
Ahora
quiero pedirles, en este momento, que experimenten
el poder de su propia conciencia – el ser puro – y la liberación que esto trae,
lo que les permite sentir que no
hay nada en ustedes que necesiten cambiar. Sientan la tranquilidad y la
claridad de esta conciencia: esto
es lo que ustedes realmente son.
Quiten
los falsos juicios. Dejen que las emociones fluyan y no las repriman – ellas
son parte de ustedes y algunas de ellas tienen un mensaje.
Ejercicio:
Pregúntense si tienen
una emoción a la que le temen, una que los está molestando,
una con la que luchan. Tal vez una que se ha vuelto tabú para ustedes.
Permítanle ahora que
aparezca en la forma de un niño o de un animal – que se presente; que se
muestre. Ese niño podría expresarse completamente, o
podría incluso portarse mal. Pase lo que pase, se le debe permitir hacer todo
lo que quiera y decirle lo que sienten.
Ustedes
son la conciencia que observa y dice, “sí, quiero verte; quiero escuchar tu
historia, exprésala”. “Cuéntame tu historia, porque es tu verdad; podría no ser la Verdad,
pero quiero oír tu historia.” Experimenten sus emociones de este modo y no las
condenen. Permitan que vengan a hablar con ustedes. Trátenlas con la suavidad
de una sabia persona anciana, y observen lo que trae ese niño o animal.
Escondida en una emoción negativa suele haber una fuerza de vida pura que
quiere emerger, y que ha sido ahogada hasta la muerte por todos los prejuicios
y juzgamientos. Dejen que el niño o el animal vengan saltando hacia ustedes.
Tal vez ahora cambie su apariencia – recíbanlo con una apertura amorosa.
La conciencia transforma –
es el mayor instrumento para el cambio, sin embargo al mismo tiempo no quiere
cambiar nada. La conciencia dice, “sí –
¡sí a lo que es!” Es receptiva y acepta todo lo que hay ahí,
y esto cambia todo, porque los hace libres.
Ahora
son libres – ya no están más a la merced de sus emociones o de sus críticas
sobre ellas. Dejándolas ser, ellas
pierden su control sobre ustedes.
Por
supuesto, aún pasa ocasionalmente que se sienten superados por sus emociones y
sus prejuicios – esto es ser humano.
Traten
de no quedarse atascados ahí y no se castiguen por eso: “Dios mío, no he
alcanzado una conciencia clara – debo estar haciendo algo mal.” Si hacen esto,
empiezan a hacer correr otra vez la pelota del juzgamiento. Siempre pueden regresar
a la salida, a la paz, al no luchar con ustedes mismos. Observen lo que está ahí, y no cometan el error: no dejarse
arrastrar por eso es tener una gran fuerza.
Ese es
el poder de la espiritualidad. La espiritualidad no es moralidad, es un modo de
ser.
©
Pamela Kribbe 2012
Sitio
en español: www.jeshua.net/esp
Lic Claudia M.Pennisi
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